viernes, 23 de enero de 2015



REAPRENDIENDO  


el silencio el dolor
la huida el dolor
la ausencia el dolor

el dolor

el abandono  el dolor
la traición el dolor
la muerte el dolor

el dolor

la desesperación el dolor
la lucha el dolor
la decepción el dolor

el dolor

por más que lo nombre
por más que lo escriba
por más que lo enfrente

aún me enroca
aún me azota
aún me gana

la batalla.

©Concha González.


domingo, 11 de enero de 2015




EL SOL DE LA MAÑANA

Parece llover en el cielo.
Ya el grillo calmó su cántico
y  guareció su cuerpo
del agua muerta.
Las memorias anegadas
de su propia ponzoña,
sucumbieron en esta ciudad
de pájaros desalados.
Las ausencias abrazaron las respuestas
al tiempo que tarareaban
su propio réquiem.

Nada importa, después de todo,
mientras siempre acaben los días para algunos
y nunca empiecen para otros.
Nada importa
mientras volvamos la mirada
hacia el lado en el que se cieguen los ojos.
Nada importa
mientras haya bocas que pronuncien
la palabra que no hable por sí misma,
mientras el rugido del león
paralice nuestros pasos,
mientras las manos
tan solo construyan muros
con el único fin de proteger fracasos.
Después, cada mañana exhalará
un abnegado aroma a tostadas y café,
el semáforo se habrá vuelto a estropear
en ese instante,
y el vuelco al corazón sucumbirá
al trajín de las mentiras.
Después, seguiremos perdiendo el tiempo
rápidamente, tan rápidamente
que ningún cuerdo pensamiento
alcanzará siquiera a sugerir la opción
de inmiscuirse en nuestras vidas,
porque quizás solamente acuda  
a importunar con sus fatigas.

Nada importará y lo repito.
Nada inquietará la rutina
que nos vive cada día,
que nos mella a cada instante,
que mutila  rebeldías.
Porque la boca del tornado
nos engulló hace tiempo,
ensordeció el oído del que oía,
y cegó con su desorientadora vorágine
la mirada más límpida.
Porque nos hizo morder el polvo
con látigos de  indeleble tinta.
Porque golpeó con fuerza
la dignidad del digno
y oscureció el sueño del soñador.

Pero la poesía congelaría su cálido hálito,
si los versos acallasen su voz
y dejasen de gritar.

De gritar al poder, a la usura,
a  la infamia, a la codicia,
a la cobardía, al pasotismo,
a la ignorancia hipócrita,
a la mentira…
asexuadas meretrices de apátrida lujuria
que buscan el vano halago,
onerosas recompensas
y un lugar donde dormir.

De gritar.

De gritar sí.
De gritar no.
De gritar que se debe,
que se puede,
que la sonrisa aún
puede vestir  un rostro
y la esperanza
pintar un alma,
y que siempre es hoy
para ver salir el sol
de la mañana.


©Concha González.