domingo, 22 de octubre de 2017



RESISTIR

Resistir
a pesar del temor
que reclama su contagio
entre vacíos

aunque el suelo
anuncie desfirmeza
aunque el cielo rompa el cielo
con su sombra.

Resistir
después de cada crujir de dientes
después de cada llanto
de la decapitación.

Resistir
después de todo
antes de nada
y,aguardar a que el mundo
no repare en tus recuerdos

y resistir.

©Concha González.

miércoles, 2 de agosto de 2017



LA NIEVE, LA PENA Y EL MAR

No nos pertenece la nieve
y, sin embargo
es tanta su espesura…

No resistimos la fatiga
de ahondar el rostro en el dolor intenso
de su frío

esos helados cristales penetrando
hasta arrancar
una casta estela de tu sangre.

El llanto que se escurre entre la vida
alcanza género de piel y roce
en el indiscreto astral de la tristeza,
y, la lágrima, como producto sucedáneo
repasa, inconsciente, la anacrónica ley
de la naturaleza,
y se amotina
en clave de mar,
se amotina haciendo de la pena
una tonada más
que arrastrar hacia la arena.

No nos pertenece la nieve,
y, sin embargo
es tanta su espesura…

©Concha González.
Imagen propia

sábado, 6 de mayo de 2017



LA TARDE Y EL VERBO

Aquí está la tarde
recurriendo a la charla distendida,
a la monodia del hombre y su recuerdo,
a un trago de vino en la taberna del silencio,
y a un intuido "uno mismo"
buscándose.

La tarde
encaja, sin pretenderlo,
sus dignados minutos entre los labios,
y a menudo escoge el rumor
de la brava palabra
arrodillándose ante la voz captada.

Aquí está, como cada día,
haciendo de la vida una parodia
que se extrema en lo siniestro,
que se tulle en las esperas,
hasta perpetuar el modo y la insistencia.

Aquí está la tarde
grotesca y engalanada,
con su  pañuelo blanco y su  llanto negro,
matizando el verbo.

©Concha González.
Imagen propia

jueves, 13 de abril de 2017




VÉRTIGO

Yo pongo:
dos lunas llenas en mis ojos,
una sombra blanco roto
y una sonrisa ahogada
sobre la almohada de mi cama.

Yo pongo:
un puño sobre otro,
en un eterno juego de vaivenes,
una casa abandonada
por algún rincón incierto,
y una pared oblicua 
obligándome al descenso.

Pongo, yo pongo
una distancia,
un renglón,
un patio con verdín,
y algún nombres entre tristezas.
Luego, más tarde quizás,
diré algo:
vértigo.

©Concha González
Imagen propia