jueves, 22 de agosto de 2013


LA COMPAÑÍA

Siento que es la soledad,
la más amable de las compañías
que adquirí una tarde de nostalgias
por aquel callejón de desencuentros.

La adquirí, aunque no de balde,
pagué un buen fajo de angustias y confusiones,
de desalientos, de miedos...

Supongo que podría haber hecho trueque
con la de algún amor irreverente,
de esos que se esfuerzan por parecer auténticos
mientras eluden los ojos, los labios y,
los secretos.

Pagué un buen fajo de fantasmas pegadizos e inevitables,
pero di por bueno el dispendio.

Las demás, las otras,  me acompañan
con la postura impenitente,
de quien se sabe respetada
por la burocracia de un tiempo
que parece haber desaprendido
ese noble arte de desaparecer a tiempo.

Para colmo de todo mal
barrunto que me rondan, como aves de rapiña
sobre presa moribunda,
esas amistades caídas de la nada,
esas amistades ensayadas,
esas perpetuas buscadoras de oro en ríos
encauzados por terrenos desnortados,
esas que se conforman con pronunciar tu nombre
ya vencido
por cualquier lugar, en cualquier momento,
aunque el oro descubierto,
en su afán recaudatorio,
se oxide
con el primer silencio.

©Concha González.
Imagen propia©


martes, 13 de agosto de 2013

AUSENCIAS




 AUSENCIAS

Quizás no sea mala idea 
aprender a establecer desemejanza 
entre ausencias.
Las hay que están como señuelos,
impertérritas, mirándote a los ojos,
dispuestas (en cualquier momento) 
a ser pasto de palabras 
en los días sin dueño y en las noches estultas.
Y las hay que están.
Sencillamente.
Aunque no te miren a los ojos, 
ni sean pasto de palabras, están.
Y pernoctan, se alimentan y comprenden
-como tú mismo lo haces-
que un buen café por las mañanas
es el mejor de los regalos
para comenzar el día.

©Concha González.
Imagen propia©

martes, 6 de agosto de 2013

aquel rumor...




(aquel rumor...)

...para qué sirve el tiempo
si no es para despistar
al tiempo que se empeña
en respirarnos

la mañana que se empeña
en despertarnos

la soledad que se empeña
en ausentarnos.

No existe más frío
tan solo un efímero temblor
que se escapó de entre los labios
en un instante emancipado
de aquel rumor

llamado invierno...

©Concha González
Imagen propia©

viernes, 2 de agosto de 2013

algún minuto de gloria






ALGÚN MINUTO DE GLORIA

Esto que venimos a llamar 
felicidad es, en realidad
un único objetivo pluralizado
una única puerta
de indolente aldaba
un desorden apilado 
sobre momentos de piel y alma...

que esta cotidianidad diaria
se empeña en compartir.

Rebuscando en la memoria
de los instantes propios
alcanzo a discernir
que es así 
como se rinden los pensamientos
en esta desventura
de sinónimos inagotables
que es así 
como los sucedáneos desaboridos
a menudo consiguen 
engañar al hambre.

No parece ser
tan solo una palabra, una connotación
o quizás,  nueve letras 
que envejecen unidas esperando
algún minuto de gloria

porque, esto que venimos a llamar
felicidad
semeja la manera más canalla
de yacer sin amor y en silencio 
con el tiempo, y de fingir
entre besos ciegos
profilácticos caducados
y rutinarios  abrazos.

©Concha González.
Imagen de la red